Por: Iria Gonzalez-Rodiles Buen fin de a?o. Para la Epifan?a, en honor a mis amados Reyes Magos y a los ni?os cubanos. IriaA la infancia perdida Con un pedazo de madero entre sus bracitos, el rostro triste y el abandono con que la pobreza marca el aspecto personal, la foto de una ni?a cubana aparece en la prensa de aquel tiempo de gloria: los primeros d?as de enero del ?59.
Seg?n la publicaci?n, el madero sustitu?a la mu?eca que los padres no pod?an comprarle, por razones de extrema pobreza, pero auguraba un mundo diferente, a partir del derrocamiento de la dictadura batistiana y del ascenso al poder de un gobierno revolucionario: los ni?os no carecer?an de juguetes ?de nada? en lo sucesivo.
A casi medio siglo de distancia, el hecho se repite bajo otro disfraz: los juguetes s?lo pueden adquirirse con d?lares en las shoppings, comercios recaudadores de divisas; por si fuera poco, los precios sobrepasan el salario promedio nacional y los trabajadores devengan sus sueldos en pesos cubanos. Las penurias persisten para ni?os y mayores.
Pero este cuento infantil es m?s largo.
El primer adi?s
Poco tiempo dur? el ensue?o inicial prometido. Tres cupones de la cartilla (libreta) de racionamiento sustituyeron las cartas a los tres Reyes Magos; a la par, el seis de julio sustituy? al seis de enero. La Epifan?a, relacionada con la Creaci?n y el Amor, se reemplaz? oficialmente, en la vida p?blica, por la antesala conmemorativa de un hecho sangriento, de luto y dolor, para toda la ciudadan?a: el asalto al Cuartel Moncada, por un grupo de insurgentes, durante la dictadura batistiana.
S?lo en esa fecha ?una vez al a?o? los ni?os recibir?an sus juguetes.
No m?s carticas pidiendo los juguetes preferidos, no m?s visitas de los Tres Reyes Magos: adi?s a la inocencia, a la imaginaci?n, a las ilusiones infantiles, a la esperanza, bien temprano.
Refrescando tristes memorias
Quien no conozca a fondo ?o no haya sufrido en carne propia? la agon?a de los padres en la adquisici?n de los juguetes, podr?a calificar, err?neamente, como justo y equitativo aquel nuevo sistema de venta.
Los juguetes se clasificaban como b?sico, no b?sico y adicional. (?Vaya invento y palabrer?a para encubrir la miseria!). S?lo pod?a adquirirse un juguete por cada una de estas categor?as.
Los primeros turnos de la multitudinaria cola se beneficiaban con los mejores juguetes. Los ?ltimos, en ocasiones, no alcanzaban ni siquiera al b?sico. As?, los padres menos afortunados ten?an que regresar a sus hogares con los juguetes que restaran de las ventas, ajenos a la solicitud y a la ilusi?n de los peque?os. De nada val?a el dinero para estos consumidores cautivos.
Remiendo de lo irremediable.
Quienes carec?an de recursos econ?micos suficientes, vend?an uno o varios cupones b?sicos ?seg?n el n?mero de hijos? para poder comprar los jugueticos m?s baratos y de menor calidad, es decir, los no b?sicos y adicionales. Tan siquiera, los ni?os tendr?an en sus manos alg?n entretenimiento.
Otros padres, v?ctimas de una miseria mayor ?a pesar de las promesas y los a?os?, destinaban a la venta todos los cupones, con el fin de aliviar sus penurias familiares, transitoriamente. Ten?an que elegir entre dejar vac?o el est?mago o las manos infantiles.
La pobreza continuaba lanzando sus se?ales acusatorias, y se sumaron, adem?s, otras agravantes como la ausencia de opciones para los consumidores y la zozobra, durante horas o d?as, de una nueva calamidad, definitiva, en la sociedad cubana: las colas.
Adi?s a los juguetes
Un d?a, inesperadamente, este tipo de venta anual de juguetes fue anulado.
Se inform? ?como quien da una orden a sus subordinados? que los tres juguetes podr?an ser adquiridos en cualquier d?a del a?o a conveniencia de los consumidores. La noticia desconcert? a la poblaci?n, ya experimentada en el descenso de los productos racionados. En definitiva, a pesar de los pesares, la suerte de un buen turno podr?a ocurrir alg?n a?o, y los juguetes, de cierto modo, se hac?an asequibles a precios m?dicos.
Pronto las dudas se disiparon: los juguetes desaparecieron de las tiendas. Tiempo despu?s, tambi?n se esfum? toda la red de comercio en moneda nacional... Ahora, los juguetes s?lo est?n a la venta en d?lares: cualquier veloc?pedo o carriola costar?a el sueldo promedio nacional ?ntegro ?200 pesos? durante unos tres o m?s meses de trabajo.
El juguete de todos.
Constru?do por los propios ni?os ?con palos y ruedas desechables? el m?s popular de todos los juguetes en Cuba es, hoy por hoy, la chivichana. Con el r?stico tareco se lanzan los muchachos por las pendientes de aceras y calles, durante horas, entre la algarab?a y el peligro.
Pero, para ellos, ya no hay fotos ?con la chivichana de palo? a toda portada, ni promesas y comentarios triunfalistas de primera plana, ni tampoco juguetes... ni siquiera una vez al a?o.
Tags: Cuba, Navidad, Reyes Magos